Hacer malabares entre la vida laboral y la personal ya era un gran desafío incluso antes de la pandemia generada por el coronavirus. Con el confinamiento, los límites entre el mundo profesional y el personal se volvieron borrosos: las salas se transformaron en oficinas; los padres y madres necesitan coordinar sus agendas con las clases virtuales de los niños; los horarios de trabajo se ven interrumpidos por momentos familiares y viceversa.

Esta crisis ha cambiado mucho de los aspectos de nuestras vidas y eso significa una gran oportunidad para reformular los hábitos y modelos personales y empresariales.

Redefiniendo al “trabajador ideal”

Durante décadas, el “trabajador ideal” fue definido como el que pasa más horas trabajando, responde al instante y está disponible 24/7. Sin embargo, el gran objetivo desde hace años es demostrar que la calidad supera la cantidad y que, ser el trabajador más efectivos, no significa necesariamente poner tu vida profesional por encima de tu vida personal.

Sobre todo en momentos como el que estamos viviendo, con padres y madres trabajando full-time y sin escuelas ni guarderías abiertas, la cultura del trabajo 24/7 es insostenible.

Se ha observado que las profesiones como finanzas, consultoría y derecho, donde son típicas las semanas de 80 o 100 horas, compensan a sus trabajadores por hora más que las profesiones con una semana regular de 40 horas. Según los estudios, cuando las personas deciden bajar su ritmo de trabajo y solicitan menos viajes o posiciones en tiempo parcial o flexibles, sus evaluaciones de desempeño se ven afectadas y es menos probable que sean promovidas. Simplemente pedir flexibilidad en el lugar de trabajo genera estigma profesional e incluso, en muchas profesiones, irse a la hora exacta de salida también lo es. Esto demuestra que aún existe la creencia de quien más horas está en la oficina, mejor lo hace y más comprometido se encuentra. Son ideas como estas las que hacen que a muchas personas no les quede más opción que descuidar otros aspectos de su vida en pos del trabajo.

Redefiniendo al “trabajador ideal”

El mito del balance

La idea del equilibrio entre el trabajo y la vida personal se descubrió en la década de 1980, impulsada en gran medida por el creciente número de mujeres que se insertaron en el mundo laboral, pero que aún continuaban asumiendo la mayor parte del trabajo doméstico y familiar.

Cuando hablamos de “balance entre la vida laboral y personal”, básicamente nos referimos a la “ausencia de conflicto”. Este concepto se vuelve aún más estresante en momentos como el que estamos viviendo, donde es imposible asistir a una teleconferencia sin que alguno de nuestros hijos interrumpa o el perro decida ladrar descontroladamente.

El académico de negocios Stewart Friedman, profesor de la prestigiosa Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania, fundó el Proyecto de Integración Trabajo/Vida Wharton en 1991 para “tener un impacto en la política corporativa y social sobre la relación entre el trabajo y el resto de la vida”.

Stewart Friedman

“Es una metáfora equivocada porque supone que siempre debemos hacer concesiones entre los cuatro aspectos principales de nuestras vidas: trabajo o escuela, hogar o familia (como sea que lo defina), comunidad (amigos, vecinos, grupos religiosos o sociales) y yo (mente, cuerpo, espíritu)”

Stewart Friedman.

Un objetivo más realista y más gratificante, argumenta, es integrar mejor el trabajo y el resto de la vida de manera que genere que cada aspecto tenga la oportunidad de triunfar y se logre una sinergia entre el trabajo, el hogar, la comunidad y el yo.

De este modo, basa su concepto en la idea de integrar y combinar aspectos de la vida, esto significa que las experiencias de un rol sirven como recursos para enriquecer otro rol en la vida.

Este tipo de modelo mental brinda una nueva perspectiva para todas aquellas personas que en estos momentos están trabajando desde sus hogares y redefine algunos conceptos alrededor del trabajo y la vida familiar.

¿Durará esto una vez que termine la crisis?

Durante esta pandemia, las compañías están viendo que los trabajadores pueden funcionar bien y acomodarse a sus responsabilidades familiares. Se crea una visión de trabajador más realista y menos idealizada. Es así como esta crisis se convierte una gran oportunidad para lograr empleados más saludables y organizaciones con mejor desempeño.

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